Mientras meditaba en este tema, vino a mi mente el recuerdo de lo que es querer algo tanto que no te permite dormir, querer algo tanto que asfixia cada pensamiento que pueda entrar en tu mente, querer algo tanto que hasta que no lo consigas sabes que siempre te hará falta.
Y dentro de mi surgió un clamor: “Ayuda mi incredulidad!”
Estoy muy seguro de quien Dios es y de lo que puede hacer, sin embargo hay áreas de mi vida en las que necesito fe. Hay cosas por las que he suplicado, ayunado, y creído… pero hay otras, importantes, por las que no he puesto esa misma intensidad. Quizás sea mi incredulidad, y como el padre trajo a su hijo ante Jesús deba yo también traer a aquellos en mi vida que se ven tan lejos de El hacia Jesús.
Estoy aprendiendo que hay áreas de mi vida en las que no tengo tanta fe como pensaba…
Menos mal que me encuentro en buena compañía! Más mayor que me hago, más me doy cuenta de que la vida se concibe excesivamente a base de clichés. Yo también, como tú, llego a la conclusión de que la vida es mucho más dinámica, rica e inclasificable de lo que podemos suponer. Gracias por tu grito de alivio. Ahora te aseguro que estás, tú también, en "buena compañía". Saludos,
Sergio