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Discipulado Ananías
Hay varios Ananías en la Escritura. Uno de ellos es un "cierto discípulo" (τις μαθητὴς) de Damasco (Hch 9:10) que, en un solo día pudo escuchar la voz de Dios, recibir palabras de conocimiento y profecía, sanar y bautizar a "un hombre de Tarso llamado Saulo", etc.

Posiblemente podemos entender de ahí que ser discípulo no consiste simplemente en recibir una enseñanza teórica para después limitarse a asistir cada domingo a la iglesia. También parece que no se necesitan calificaciones especiales ("pastor de Damasco", "apóstol", "profeta", etc., etc.) para ejercer dinámicamente los múltiples dones del Espíritu Santo. Basta con ser un discípulo.

Este discipulado quiere ayudar al crecimiento de discípulos como Ananías, para la renovación del pueblo de Dios.